miércoles, 7 de agosto de 2013

PALABRERÍO

Todavía lo recuerdo. Me contó una vez que le hubiese gustado ser piloto de aviones. La verdad es que no le habría venido nada mal, él siempre está viajando. Y cuando digo viajando digo soñando. Suele esconderse tras ese disfraz de “chicoabsolutamentesegurodetodo” pero… juro que lo he visto desnudo y no es así. Y cuando digo desnudo no solo me refiero a sin ropa. O sí. No sé. Yo sé que cuando él camina firme, en realidad, le encantaría ir corriendo. Y que cuando me ve saltar en los charcos se ríe y se ríe, pero yo sé que él se muere por hacerlo también. Lo que él no sabe es que cuando se ríe la que muere soy yo. De amor. O no. De felicidad. También. Yo sé que más de una vez se muere por besarme, pero no lo hace por sus principios. O por miedo a los finales. Y cuando digo finales digo alturas. Quizás las cabinas de los aviones son demasiado pequeñas para dos.




viernes, 7 de junio de 2013

Es como ganarle el pulso a la razón y al corazón a la vez

Es como cuando todo el mundo te pide que aflojes y tú no paras de acelerar y acelerar. Lo siento, pero os perdí en la curva de la inconformidad. Me puse los cascos y dejé de oír toda esa basura que sale de vuestra boca acusadora. Cerré los ojos y dejé de ver caretas idénticas y cargadas de superficialidad. Lo siento, pero no aguanto vuestros llantos, tampoco vuestras risas. No aguanto vuestra forma de andar… Yo siempre he preferido bailar, ya lo sabes. Os perdí hace ya bastante tiempo, me perdí en rompecabezas y puzles que no encajan, me perdí en mares de dudas y luces que parpadean. Me perdí en el sabor ácido de sus mejillas y en la eterna duda de lo indescifrable. Lo siento, pero no pienso frenar. Esta noche no. Esta noche voy a detener Madrid, voy a bailar bajo la sombra de sus tejados y voy a enloquecer en cada uno de sus rincones. Voy a saltar de mirada en mirada y a reírme en la cara de la cordura. Y aceleraré y aceleraré hasta estrellarme contra mí misma, luego no curaré mis heridas. Y también lloverá y pisaré las luces reflejadas en los charcos y me calaré hasta los huesos de tu sed. Y vendrás a pedirme bailar… y te diré que no.




lunes, 27 de mayo de 2013

Shhhh.

Tan solo era él el que conocía el volumen exacto con el que tenía que susurrarme para que yo me estremeciera. Tan solo él conocía cada lunar de mi cuerpo y solo él contaba mis cardenales. Era él el que sabía hacerme el humor hasta llegar al orgasmo y el que conocía mis puntos débiles. Solo él sabía de qué manera tenía que rozarme con sus dedos para que se me erizase el vello. Solo él era espectador de mis infinitas sonrisas y de cada una de mis distintas miradas. Solo él sabía como hacerme temblar y tan solo él sabía la cantidad de pasos que tenía que dar antes de darme un beso. Solo él me vio más días amanecer que anochecer y, tan solo él, sabía como retirarme ese maldito mechón de la cara mientras me acariciaba. Tan solo fue él el que me elevó a lo más alto. Pero, también, solo fue él el que supo soltarme desde tanta altura. Y, ahora, de tanto caer a veces pienso que vuelo, pero… Shhh… No quisiera darte envidia. A partir de ahora volaré yo sola.

lunes, 22 de abril de 2013

La culpa es de tu mirada, que me despista.


Lo recuerdo como si hubiese sido hoy (quizás lo ha sido) y me duele como si hubiese sido así toda una eternidad. Me levanté y no me encontré entre tus brazos, tampoco a ti entre mis sábanas. Y te llamé y te llamé, grité tu nombre tantas veces que acabó por desgastarse y olvidé como te llamabas. Pregunté a las paredes por ti, también a la ropa que dejamos la noche anterior tirada por el suelo, le pregunté a la brisa, a la primavera, a los coches… a mis noches. Nadie supo de ti, ni de tu risa, ni del lunar que escala a escasos MILÍMETROS de tu boca. Nadie supo de ti. Al igual que nadie supo nunca (ni sabrá) la forma en la que se me erizaba el vello cada vez que me susurrabas al oído. Nadie supo de ti, por lo que decidí buscarte. Te busqué en el cajón, en la madrugada, en los suspiros, incluso en el olor de tu perfume… Y nada. Te busqué en el hielo de tu copa, en la parte de mi cuello que tanto te gustaba besar, en las calles por las que solíamos caminar… Y nada. Te busqué y tropecé mil veces conmigo misma, perdí el equilibrio en un recuerdo. Te busqué y tan solo encontré promesas nunca cumplidas, una postal de Barcelona y pedazos… No recuerdo muy bien de qué.

Mentiría si dijese que no te echo de menos.